15 agosto, 2013

La entrada

Regreso a la pajarera,
volver…
El hombro pesado,
el sudor silencioso,
las palabras quedas, anhelantes;
la tormenta acechando a la suciedad,
a los gorriones,
deseando a las huellas negruzcas,
a los rostros nuevos,
a los viejos sin rostro,
codiciando un mundo endeble,
con toda la vulnerabilidad de su construcción fragmentada,
nubarrones mirando como el armazón me abraza,
obstruye mis gemidos,
me guarda en lo más profundo de sus entrañas adulteradas
y me deja insaciable,
desinflada,
abstraída, 
plasmando casi con codicia
los versos que me lleven de nuevo a las calles,
a las aceras que no son mías
y que son mas mías que esa cama que aguarda,
que esconde penas ajenas, compradas, admitidas;
el pavimento que carga con todo el peso de mi existencia
todo lo que guardo, lo que pienso,
y todo lo que tengo:
todos los sueños del mundo.

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